Pero ¿cómo podemos dominar esta habilidad tan escurridiza? La respuesta es más simple de lo que parece. Comience por escuchar activamente, como el maestro zen que escucha el susurro del viento. Y cuando llegue el momento de hablar, elija sus palabras con el cuidado de un cirujano que opera un corazón. Recuerde, asertividad no es solo decir lo que piensa, sino también pensar en cómo se dice y hasta dónde se dice.